Madrid, 5 de mayo de 2020. – Las tarjetas de crédito revolving, o de pago aplazado, se pusieron de moda en España durante los años centrales de la crisis económica. Pese a que su comercialización ha bajado en los últimos años, todavía es habitual encontrarnos con este tipo de tarjetas de crédito. Y ahora vuelven a estar de actualidad tras la sentencia del Tribunal Supremo que consideró usura los elevados intereses de una tarjeta revolving comercializada por WiZink.
El crecimiento de la deuda por el aumento de los intereses generados, el pago aplazado por defecto o el tope máximo a pagar mensualmente, son los principales problemas que a día de hoy se encuentran los consumidores que contratan una tarjeta revolving.reclamador.es, plataforma online de servicios legales, explica las principales características de las tarjetas revolving y cuáles son sus mayores peligros.
1. Devolución aplazada del crédito
Estas tarjetas permiten la devolución del crédito de forma aplazada, mediante un porcentaje que varía en función de las cantidades dispuestas o mediante cuotas cuyo importe se fija por el cliente, dentro de los límites fijados por la entidad.
2. El crédito se reconstituye cada vez que se paga una cuota
Con cada cuota satisfecha, explica reclamador.es, el crédito disponible de la tarjeta se reconstituye, es decir, se puede volver a disponer del importe del capital que se amortiza en cada cuota.
3. Los intereses se suman a las operaciones realizadas con la tarjeta revolving
Los intereses generados, las comisiones y otros gastos repercutibles al cliente se suman y financian junto con el resto de las operaciones (pagos en comercios, en Internet, o reintegros de cajero). Si además, la cuota no cubre la totalidad de los intereses devengados en el periodo, estos incrementarían la deuda pendiente.
4. Crecimiento de la deuda por el aumento de los intereses generados
Muchos de los poseedores de una tarjeta revolving desconocen que con la modalidad de pago fijo mensual de la deuda es muy probable que estén generando un mayor volumen de intereses, lo que tiene como principal consecuencia el aumento de su deuda. reclamador.es señala que lo que ocurre normalmente y de ahí la fuente de las reclamaciones, que aún realizando el pago de las cuotas mensuales, no habiendo impagado ninguna y tras varios años pagando la deuda pendiente, esta no solo no disminuye sino que aumenta cuando el pago mensual estipulado no cubre la totalidad de los intereses devengados en ese periodo.
Ante elevados tipos de interés de la cuota de la tarjeta, cuando se pagan cuotas mensuales bajas respecto al importe total de la deuda, la amortización se realizará en un período de tiempo muy prolongado, lo que supone el pago total de una cifra elevada de intereses a medio y largo plazo, y que se calculan sobre el total de la deuda pendiente.
Por supuesto, esos intereses que se pagan por la revolving suelen ser muy elevados, mucho más de lo que se pagan en otras tarjetas de crédito convencional e, incluso, en préstamos personales. Las entidades emisoras se escudan en el mayor riesgo de impago al concederse a todo tipo de clientes sin excepción, muchos de ellos sin acceso al crédito convencional por haber incurrido ya en mora o su situación económica, pero el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de marzo ya ha censurado esta justificación afirmando que también en este tipo de créditos es obligatoria la evaluación de la solvencia y no se puede premiar su concesión irresponsable.
5. Modalidad de pago aplazado por defecto
Otro de los inconvenientes de las tarjetas revolving es que fraccionan y aplazan automáticamente los pagos de la totalidad de las compras que el poseedor realice con ellas. Para evitarlo, el usuario podrá cambiar (siempre que la entidad bancaria asociada al plástico así lo permita) la modalidad de la tarjeta, que viene predeterminada para dividir los pagos durante los meses posteriores. El hecho de que todas las compras realizadas con la revolving se fraccionen de manera automática supone que el usuario de la misma se vea obligado a pagar intereses, en lugar de liquidar el importe adelantado en un solo pago.
6. Tope máximo a pagar mensualmente
La opción más lógica para acabar con esta espiral de deuda que generan las tarjetas revolving sería un único pago, aunque elevado, de la deuda. De esta forma el cliente, podría saldar la misma y evitar así que se sigan generando intereses. Pero la realidad es que muchos de los propietarios de las revolving firmaron en su contrato un techo por el cual no podrían liquidar más de esa cantidad en un mes.
Esto genera, según reclamador.es, un importante inconveniente. Los afectados no pueden liquidar esa deuda en un determinado momento, lo que supone a su vez seguir generando nuevos intereses.
7. Falsos descuentos
Como suele suceder con la mayoría de tarjetas de crédito, las revolvingofrecen la posibilidad de aplicar descuentos en aquellas compras cuyo pago se efectúe a plazos. Se trata, no obstante, de un recurso para que el usuario aumente el uso del servicio contratado, teniendo la percepción de haber obtenido un beneficio. Y es que, realmente, la diferencia existente entre el interés aplicado por la entidad bancaria asociada en las compras con pago fraccionado y el descuento conseguido, implica que el cliente terminará pagando, en cualquier caso, unos intereses que superarán lo conseguido como descuento.
Sucede, además, que en algunas tarjetas de este tipo, el pretendido descuento sólo sirve para compras en el establecimiento que se ofertó, y no cuando se utiliza en otros, por lo que el consumidor contrata la tarjeta seducido por una ventaja que no es tal.
8. Desconocimiento del cliente a la hora de contratar una tarjeta revolving
El eterno problema que se encuentran los clientes a la hora de contratar un producto de carácter financiero es el desconocimiento de lo que se está contratando. En no pocas ocasiones, esta tarjeta era ofrecida como un producto muy ventajoso para la economía del cliente, pues además de poder pagar en cuotas muy bajas, ofrecían, por ejemplo, bonificaciones en las compras y estaban libres de comisiones de renovación o mantenimiento, sin explicar las consecuencias que tendría su contratación o los riesgos que asumía.
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