Los tipos de interés negativos forman parte de las políticas en boga de los Bancos Centrales.
Éstas, como no puede ser de otra manera, no solo tienen una importancia relativa al precio al que se prestan el dinero los bancos entre sí (índice Euríbor), sino también respecto a la financiación de los proyectos de ahorradores e inversores particulares.
Para comprender la tendencia a impulsar estos tipos de interés negativos por parte de los Bancos Centrales, hay que situarse en la coyuntura de crisis económica que han atravesado, durante los últimos años, las economías más avanzadas del mundo.
En este contexto, estas instituciones bajan los tipos de interés con la finalidad de que los créditos salgan más baratos.
Asimismo, se trata de que los depósitos no repercutan en grandes beneficios. Por lo tanto, se pretende que exista una mayor proliferación de riesgos en busca de sacar rentabilidad al dinero.
A grandes rasgos, cuando se han bajado los tipos de interés a 0 y ha continuado el estancamiento económico, optar por los negativos ha sido la solución pergeñada por los Bancos Centrales.
Sin embargo, esta decisión, como se verá más adelante, tiene consecuencias que pueden tornarse perniciosas para la economía.
Un análisis de Bankia, fechado en diciembre de 2015, señala tres causas de los tipos de interés negativos:
El Euríbor no solo es el índice que mide el tipo de interés al que se prestan dinero los bancos entre ellos, sino que también está relacionado con la revisión de las hipotecas españolas (de ahí la polémica de las cláusulas suelo). A principios de 2015, se situó, por primera vez, en negativo (0,002 %).
Estos tipos de interés negativos tienen unas fuertes influencias en las relaciones de los ciudadanos y la banca, de manera que los tipos de interés negativos pueden alterar los parámetros clásicos de los productos financieros.
En definitiva, los depósitos pueden llegar a generar pérdidas para los particulares. Al dejar de pagar intereses a los ciudadanos, se podría dar la circunstancia de perder dinero con ellos por la vía de las comisiones.
Además, también cambian las dinámicas en los préstamos concedidos, pues los tipos de interés negativos pueden significar que el banco no cobre por intereses. Este "regalo" del dinero ya se ha comprobado en emisiones de deuda pública.
¿Crees que es conveniente tener los tipos de interés negativos? ¿Es un beneficio para los ciudadanos a corto plazo, pero contraproducente a largo? Cuéntanos tu opinión.
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