El injerto capilar, tratamiento para combatir la alopecia, aumentó en el mundo un 60% solo en 2016, último periodo del que se conocen cifras, según International Society of Hair Restoration Surgery. España no se ha quedado atrás. Cada vez es más habitual encontrarnos con anuncios en prensa, televisión e Internet con promociones para un injerto capilar. Muchos de los habitantes de nuestro país deciden, incluso, traspasar nuestras fronteras para realizarse este tratamiento. Concretamente, Turquía es el país más demandado por los españoles para un tratamiento o injerto capilar. Pese al ahorro del precio, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, acudir a un país extranjero para este tratamiento puede llevar aparejados grandes riesgos, añadidos a los que comentaremos a continuación.
Se trata de uno de los problemas comunes de los injertos capilares. La mayoría de clínicas ofrecen un presupuesto en función del número de folículos que se trasplantarán. Si se acordó una determinada cantidad de folículos y el especialista incluye un número claramente menor (nunca es una cifra concreta), el paciente podría renegociar el presupuesto.
Este es un problema común a muchas intervenciones de cirugía estética. Tras la realización de la intervención quirúrgica (un injerto capilar puede suponer hasta 9 horas de quirófano) es posible que queden cicatrices que poco a poco se irán disimulando. Si esto no ocurre, o si el injerto capilar provoca grandes y visibles cicatrices, se podría reclamar.
Hay que tener en cuenta que este tratamiento se considera satisfactorio y no se realiza por un problema médico. El injerto capilar se contrata con un resultado concreto. Si este no se obtiene, tras la intervención y habiendo llevado a cabo correctamente las pautas indicadas por los profesionales de la salud, el paciente podría reclamar la negligencia médica sufrida.
“Esta persona se ha hecho un implante de pelo”. Una de las máximas preocupaciones de los pacientes que deciden realizarse este tratamiento es que no quede natural, por ejemplo porque el pelo comienza en la parte media o trasera del cuero cabelludo.
Pese a que las diferencias entre el antes y el después del tratamiento son claramente visibles, lo cierto es que en ocasiones nos encontramos que ese pelo, pasado el tiempo, sigue sin parecer propio. Como señalábamos, si tras la completa recuperación el aspecto final no es el esperado, se puede pedir una indemnización. Para ello, tanto en esta situación, como en cualquiera de las anteriores, es fundamental la valoración de un perito médico experto en dermatología, para que analice los resultados del tratamiento y, junto con un abogado experto en negligencias médicas, estudien una futura reclamación.
Ante este tipo de intervenciones, muchos interesados no tienen en cuenta que se trata igualmente de un tratamiento médico que, como es el caso del trasplante de pelo, lleva aparejado numerosas horas de quirófano y un proceso de recuperación. Este proceso puede dar lugar a: inflamación, picor, infecciones, etcétera.
Por tanto, no debemos obviar los riesgos de este tratamiento ni los derechos que, como paciente, se adquieren al firmar el contrato por el que se acuerda la realización de un tratamiento y unos resultados.
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