Con un retraso de más de 19 horas. Así aterrizó, por fin en su destino, Massimo D’Angelo (Italia, 1974), quien viajaba – junto a su mujer – por trabajo a Los Ángeles.
Todo comenzó un 14 de noviembre de 2016. Nuestro protagonista compró su billete de Iberia para el día 16 de enero del año siguiente. Sin embargo, no se trataba de un vuelo directo: tenía que cambiar de aeronave en Londres para, finalmente, pisar suelo norteamericano. ¡Es lo que tienen los viajes largos!
No obstante, Massimo jamás imaginó que tendría que convertirse en un auténtico Ulises para obtener, al final de su Odisea, una indemnización de 600 euros.
Así ha sido nuestra charla con él:
¡Hola, Massimo! Antes de comenzar, me gustaría agradecerte la confianza depositada en nosotros y darte la enhorabuena por tu éxito.
Mi viaje se complicó cuando el primer vuelo que cogimos (el que nos llevaba de Madrid a Londres) tuvo que volver a la capital española, después de llevar más de hora y media en el aire. Se produjo un fallo técnico que la tripulación de a bordo no nos especificó.
Una vez regresados a Barajas, todos los pasajeros fuimos retenidos en la aeronave durante más de 4 horas. Durante este tiempo no recibimos explicaciones adecuadas, comida o atención de ningún género.
Pasó que, listos para un nuevo despegue hacia Londres, se ocasionó un nuevo fallo técnico en el motor izquierdo del avión, un Boeing 767, tal y como informó el capitán por megafonía. Finalmente, se confirmaba la anulación del vuelo, después de más de 6 horas encerrados en el mismo.
Sí. No obstante, mi insistencia en los mostradores de atención al cliente de Iberia, hizo posible nuestro embarque en un nuevo vuelo hacia Londres (con salida el 16 de enero de 2017 a las 19.59h). Además de la correspondiente conexión con Los Ángeles (con salida prevista para el día siguiente, 17 de enero, a las 10.20h).
Finalmente, ¡el retraso en la llegada a nuestro destino fue de más de 19 horas!
Sí. En diferentes ocasiones escribí al servicio de atención al cliente de Iberia y recibí siempre la misma contestación automática de disculpas y nada más.
Por ello, empecé una campaña en Twitter y lo único que conseguí fue una serie de mensajes directos donde Iberia me pedía que cancelara los tuits porque daban una ‘mala imagen’ de la compañía.
Cancelé los tuits con la promesa (y la esperanza) de recibir un trato adecuado. Pero no ocurrió nada de eso: seguí recibiendo mensajes de disculpas y nada más.
No sirvió tampoco escribir una carta al Tribunal Europeo de Resolución de Conflictos Online: la aerolínea contestó que no reconocían esa vía para solucionar los problemas que nos había ocasionado.
Lo único que pedía era la correcta aplicación de las normas comunes conforme al Reglamento (CE) núm. 261/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo del 11 de febrero, por el que se establecen compensación y asistencia a los pasajeros aéreos en caso de cancelación de vuelos y gran retraso, concretamente en sus artículos 5, 7, 8 y 9.
Me enteré, a través de foros online, del servicio prestado por reclamador.es: las valoraciones por parte de otros usuarios eran tan favorables que no intentarlo hubiese sido un error.
¡Sí! Fue muy fácil e intuitivo entregar los documentos necesarios, dejaros hacer todo el trabajo y, prácticamente, ‘olvidarme’ del tema. Como viajaba con mi mujer, decidí hacer la reclamación para los dos.
Lo ‘gracioso’ es que la reclamación de mi mujer obtuvo éxito positivo mucho antes que la mía. Eso sólo demuestra que las compañías, más o menos, hacen lo que quieren, cuando quieren y con quien quieren.
El equipo de reclamador.es no desistió y, pasadas unas semanas, me dio la buena noticia: también mi reclamación fue atendida de manera satisfactoria. Nos correspondía, a cada uno, 600 euros de indemnización.
Sí. Me quedo con una pésima imagen de las compañías aéreas. Intentan que los viajeros desistan de emprender acciones que les perjudican económicamente, pero que están regularizadas y establecidas por ley. Se permiten el lujo de jugar con los derechos y el dinero de sus clientes, cuando tendrían que cuidarlos hasta el último detalle.
Las aerolíneas se permiten el lujo de jugar con los derechos y el dinero de sus clientes, cuando tendrían que cuidarlos hasta el último detalle”
¡Claro! Tengo que decir que el servicio de reclamador.es ha sido impecable. La comunicación fluida y la comisión reconocida por honorarios, más que justa. No hay duda: si tuviera que necesitar de vuestras labores en otra ocasión (¡que espero que no!), no lo dudaré ni un segundo.
Lo mismo aconsejo a quienes estén leyendo estas líneas: ¡merece la pena!
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