En la mayoría de las empresas surgen conflictos entre la dirección y sus trabajadores en los que se puede intervenir para conseguir solucionarlos sin tener que utilizar la vía judicial.
En este sentido, los conflictos más habituales son:
- Discrepancias en malas interpretaciones que se hagan de obligaciones de las causas contractuales.
- Conflictos entre la dirección y los administradores en cuanto a la toma de decisiones.
- Conflictos entre los propios socios de la empresa que pueden llegar a impugnar acuerdos internos.
- Dificultad de acuerdos en empresas familiares donde la dirección o gerencia está compartida.
- Discrepancias entre empresa y agentes comerciales respecto a ventas, pagos o acuerdos de exclusividad.
Soluciones a estos conflictos
Existen dos métodos como el arbitraje y la mediación que nos ayudarán a resolver este tipo de contratiempos que en el ámbito judicial se prolongan en el tiempo y tiene un coste económico elevado.
En la mediación se debe designar a un órgano mediador que va a intervenir cuando surja el conflicto y cuya labor será la de buscar posibles acuerdos entre ambas partes.
En este sentido existirá una tercera persona que es totalmente imparcial y que se preocupará de que se cumpla el acuerdo a través de una redacción previa en la que marcan los plazos.
Es muy importante resaltar en este apartado que esta persona mediadora no va a imponer su criterio ni solución para que el conflicto se resuelva. Serán las partes que han entrado en conflicto quiénes realmente decidan cómo resolverlo gracias.
Por su parte, el arbitraje es un procedimiento a través del que las dos partes enfrentadas deciden que un tercero sea quién dicte una solución.
Esta persona designada de forma voluntaria pasa a denominarse árbitro que es un profesional que gracias a su especialización va a garantizar la solución correcta en función del caso.
Hay que reseñar que no es necesario realmente agotar el trámite de la mediación laboral para poder comenzar con el arbitraje. Estas alternativas pueden gestionarse de forma independiente, aunque es cierto que si a través de la mediación no se llega a una posible conciliación se puede optar por el procedimiento del arbitraje.
Finalmente, hay que destacar la rapidez en este tipo de procesos porque se intenta en la medida de lo posible una resolución flexible y sin dilaciones.
Por otro lado, también cabe destacar la confidencialidad porque el mediador o el árbitro mantienen el secreto profesional y los expedientes se suelen destruir en un plazo breve de tiempo.